Cada
día, en esta “Corte de los milagros”[1] en que hemos convertido a España, nos despertamos
con un dislate mayor. El gobierno ya me tiene acostumbrado al –hoy desbarro más
que ayer, pero menos que mañana- pero la bronca y monumental enredo en el seno
del Gobierno y en las relaciones del PSOE con Podemos y Bildu de ayer, me ha
obligado a sustituir la entrada que tenía prevista para este día en este blog,
puede que con demasiada prisa y poca reflexión, pero no es para menos, a mi
entender.
El
PSOE, Bildu y Podemos se comprometieron el miércoles, en un pacto secreto, a
derogar la reforma laboral de Mariano Rajoy, a cambio de que Bildu se abstuviera,
innecesariamente, en la votación sobre
la prórroga del “Estado de alarma” con el que no tenía nada que ver, y el desconocimiento
por parte del Gobierno, los sindicatos y
la CEOE.
La
crisis estalla en el Gobierno de coalición, cuando tras reconocer la portavoz
del PSOE en el Congreso que ella “no
leyó lo que firmaba”, el Gobierno rectifica el pacto firmado, reconociendo
que la reforma laboral no se derogará de manera inmediata ni en su totalidad.
Esta comedia de enredo y disparate, en
la que Adriana Lastra, firmante del pacto dice que “lo hizo sin leerlo creyendo
que firmaba otra cosa”; Iglesias desafía a Sánchez diciendo que “los pactos
firmados hay que cumplirlos”, lo mismo que ha dicho Arnaldo Otegui y lo redondea la Ministra de Igualdad recordando que “lo firmado,
firmado está”; la vicepresidenta segunda del Gobierno y responsable de
Economía, Nadia Calviño - en las circunstancias actuales pieza clave de la acción
del Gobierno en la gestión económica y social de la crisis, la relación con la
UE de cara al rescate financiero y la elaboración de los Presupuestos de 2021,desautoriza
el acuerdo y exige que se respete su liderazgo en materia económica; y el
presidente Sánchez conocedor del pacto, lo aceptó públicamente en sede
parlamentaria, en respuesta a la portavoz de Bildu dijo que sus acuerdos son
“indelebles”, sabía lo que decía. Se
convierte en esperpento al desarrollarse en plena crisis sanitaria, económica y
social del país en la que la “reforma laboral” con sus maldades –que son
muchas- y bondades, es una pieza imprescindible
para lograr la recuperación de las empresas y el empleo.
Veremos que hace y dice el presidente
sobre lo ocurrido, probablemente nada, al final Sánchez e Iglesias se entenderán,
dejando eso si, deterioro institucional e inestabilidad, en medio de la grave
crisis sanitaria, económica y social, poco le importa, Sánchez
vive al día, olvida y cambia según le convenga.
[1]
Una obra
protagonizada por las intrigas, el cabildeo y las camarillas de una realidad ya
de por sí esperpéntica: la España isabelina. De D. Ramón del Valle-Inclan
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