martes, junio 20, 2006

LAICOS & CREYENTES

La próxima venida del máximo mandatario de la Iglesia Católica, ha desencadenado la celebración de una serie de actos, manifiestos y octavillas en contra de la misma,

¡Querido Benedicto
Nosotro no te esperamos!

dicen, continuando luego una relación de agravios y reproches a la iglesia católica, para terminar:

¡POR TODO ESTO Y MUCHO MAS NO ERES BIEN RECIBIDO!

¡A LA MAYORIA DE LOS CIUDADANOS DE ESTE PAIS NOS CAES MUY MAL!

¡MARCHATE Y DEJANOS EN PAZ!

Se confunde anticlericalismo con laicidad y en lugar de manifestarnos por los principios de laicidad, preferimos hacerlo contra alguien, parece como si lo realmente preocupante fueran los que le esperan, cuando este es un hecho de libertad individual, lo realmente preocupante es que el gobierno español sí le espere y que su opiniones personales de fé sean tenidas en cuenta en las acciones de gobierno.

Solo cuando existe una frontera entre lo público y lo privado una sociedad es democrática, cuando no existe y se permite que la religión invada el Estado y éste se inmiscuye en la vida privada, es cuando hay dificultades insuperables, para evolucionar desde el despotismo a la sociedad abierta.

Por definición, toda religión es intolerante, pues proclama una verdad que no puede convivir pacíficamente con otras. Ateos, judíos, mahometanos, paganos, protestantes, …, pagaron carísimo profesar falsas religiones y millones de ellos fueron forzados por el terror a convertirse a la verdadera religión.

Durante muchos años mientras fue religión de Estado, el catolicismo legisló y estableció normas de conducta estrictas en la vida privada de las personas, ni más ni menos como en los Estados fundamentalistas. No obstante en una España, no lo olvidemos, plural, cultural y políticamente hablando democrática, deberán poder coexistir no sólo culturas, lenguas y tradiciones, sino también religiones.

Un Estado laico no significa una sociedad atea o agnóstica, ni mucho menos un Gobierno enemigo de la religión, como insinúan algunos de los defensores recalcitrantes del catolicismo español, significa simplemente que el Estado se compromete como tal a respetar todas las religiones que profesen los ciudadanos y a no identificarse con ninguna en especial, deslindando con toda precisión el mundo del César y el mundo de Dios. Mientras no traten de impedir las creencias y prácticas religiosas de los demás, los ciudadanos son libres de adoptar la fe y ejercer el culto que les plazca.

Es sólo a una minoría de personas, a las que la cultura, las ideas, las artes, la filosofía, bastan para suplir a la fe religiosa como alimento espiritual, todos los intentos históricos, para desarraigar la religión de los espíritus y reemplazarla por una ideología materialista han fracasado, no se puede erradicar a Dios del corazón de todos los hombres; muchos de ellos, lo necesitan para no sentirse extraviados en un universo donde siempre habrá preguntas.

Pero, así como no se puede acabar con la religión, sí se puede, desestatizarla y confinarla en el ámbito de la vida privada, de manera que la libertad pueda desarrollarse y los ciudadanos estén en condiciones de desplegar todas sus potencias creativas sin los frenos y limitaciones que una religión identificada con el Estado impone, recortando, hasta límites intolerables, la soberanía humana.

Así como la obligación de un Estado laico es no invadir la vida privada de las personas -su vida familiar, sexual, espiritual y religiosa-, también lo es, en caso de conflicto con las organizaciones religiosas, hacer prevalecer la propia noción de bien común, resistiendo las presiones confesionales.

Lo que deberíamos decir y manifestar es que nuestras autoridades DEROGUEN YA LOS ACUERDOS CON EL VATICANO.

En Langreo, durante el 75º aniversario de la IIª Republica

jueves, junio 08, 2006

Mohamed el Mizzian, ¿Para esto perdimos la guerra ?

Hace un tiempo, señalaba en este mismo espacio la falta de “cultura democrática”, en su más amplio sentido, de muchos de los cargos públicos actuales del PSOE y el caso de Mohamed el Mizzian no deja de darnos un ejemplo mas.

Pero como resulta que un amigo, hombre libre y de buenas costumbres, con el que comparto la divisa “Libertad, Igualdad, Fraternidad", se me ha adelantado a la hora de comentar el despropósito, gratuito, de estos “niños bien”, que utilizan al “abuelo republicano” para camuflar su colegio de curas, la ropa de marca y playeras en verano. Y como no iba ni a mejorar ni por supuesto superar lo que ha escrito este amigo, he optado por limitarme a cortar y pegar de su bolg: memoriamasonica.blogspot.com,

Y dice:

"Mi bisabuela, que falleció cuando yo tenía 20 años, me enseñó a cantar La Internacional. Con los años he visto que no todo el mundo militante se sabe el himno compuesto por el masón Pottier, pero quizá no todas esas personas han tenido la misma suerte que yo. Me enseñó además otras canciones; y también a través de ella me fueron llegando, ya desde bien pequeño, las primeras noticias de lo que había supuesto la Guerra Civil en la casa de mi madre.
Supe entonces que la Tejera del Cabo, pueblecito situado a caballo de dos municipios de gran peso en la historia industrial y obrera españolas, Langreo y Mieres, había sido ocupado por la tropa franquista mejor adiestrada para infundir terror: "los moros". Supe que a la entrada del pueblo alguien había pintado en una pared "Tercer Tábor de Regulares". Y también me contó todo tipo de truculencias, que en la mente de un niño se veían como una irreal y lejana batalla, vivida por alguien mayor. La presencia de "los moros" en la casa en la que nació mi madre fue algo muy comentado. Todavía hasta no hace mucho se conservaba en el suelo de la cocina una huella del fuego hecho por los ocupantes, que se habían refugiado allí expulsando a los legítimos moradores, y que calentaban sus alimentos en el suelo porque nunca habían visto una cocina de carbón.
Mi abuela todavía describe con una puntillosa exactitud el pánico que sentía cuando venía cargada con cubos de agua, y se encontraba en cualquier recodo del camino con un grupo de moros, sucios, harapientos, con aquellos calzones que casi les arrastraban por el suelo, y que se entretenian matando los piojos que encontraban en el trapo que, enrollado, usaban para cubrise la cabeza.
La tropa mora siguió al dictador Franco por todos los campos de batalla de la Guerra Civil. Los Tábores de Regulares fueron empleados en los peores encontronazos con el Ejército Popular, y también en la ocupación de aquellas zonas "más conflictivas" como fue el caso de Asturias. Tropa mora fue la que primero cruzó el estrecho de Gibraltar; y moros fueron los soldados que se lanzaron sobre Madrid para romper las maltrechas trincheras republicanas. Lo cierto es que no las consiguieron romper y que Madrid cayó por abatimiento, pero Mohamed el Mizzian, Teniente General, al mando de sus Regulares, llegó hasta la parte alta de la calle Ferraz, justo donde hoy radica la sede del Partido Socialista Obrero Español. Ironías del tiempo.
John Whittaker, historiador americano, cuenta la siguiente anécdota de el Mizzian:
"Me encontraba con este militar moro cerca de Navalcarnero cuando dos muchachas que parecían no haber cumplido los 20 años fueron conducidas ante él. A una le encontró un carnet sindical en la chaqueta. La otra afirmó no tener convicciones políticas. Mizzian las llevó a lo que había sido la escuela del pueblo, donde descansaban unos cuarenta moros. Se escuchó un ululante grito de la tropa. Asistí horrorizado. El Mizzian sonrió afectadamente cuando le protesté diciéndome que no vivirían más de cuatro horas".
Hace pocos días la hija de El Mizzian, el militar del que hablamos, y que llegó a ser nada menos que Capitán General de Galicia y luego alto cargo en el primer gobierno del independizado Marruecos, bajo el reinado de Mohamed V, inauguraba un museo dedicado a su padre: medallas, correspondencia, fotografías... Todo el legado del carnicero expuesto al público. La hija de El Mizzian está casada con un importante banquero marroquí; y puso un avión privado a disposición del Embajador español en Marruecos, Luis Planas. Éste asistió a la inauguración del Museo y consiguiente homenaje acompañado nada menos que por el Comandante General de la Ciudad de Melilla y el Segundo Jefe de Estado Mayor del Ejército.
El Ministerio de Exteriores ha intentado justificar con poca convicción y sin mucho éxito la presencia de estas tres personas en un acto aparentemente privado. Se ha dicho que, más allá y al margen de las ideologías, el Mizzian siempre mantuvo sus convicciones acerca de la unión entre los pueblos marroquí y español. Indudablemente tuvo una forma curiosa de poner en práctica esa convicción. Y confío en que el día en que la ultraderecha francesa tenga la ocurrencia, por ejemplo, de homenajear a Pétain, a nadie se le ocurra en España enviar una delegación por aquello de que el viejo Pétain quería mucho a los franceses y quiso evitarles sufrimientos.
He sentido una tremenda vergüenza ante un hecho semejante. Más teniendo en cuenta que Luis Planas es miembro del Partido Socialista Obrero Español y ha desempeñado diferentes responsabilidades políticas. He sentido la misma vergüenza que el día en que a José Bono se le ocurrió la feliz idea de hacer desfilar, el Día de la Hispanidad, a un combatiente republicano y a un miembro de la División Azul, aquel contingente de "voluntarios" que se envió a morir a Leningrado, bajo las órdenes de Hitler. Bono decía que los dos habían combatido por España. Y no, rotundamente no.
Bien está el guiñar los ojos y hacer retruécanos de política exterior con Marruecos; mucho más teniendo en cuenta los problemas que se plantean a Europa, que no a España sóla, con la cuestión inmigratoria. Bien está hacer requiebros, más después de la gestión exterior llevada a cabo por los Gobiernos de Aznar. Pero hay guiños que nos pueden dejar tuertos, y requiebros que nos pueden romper el espinazo, pues más allá de las ideologías, alguien debería haber pensado en el Ministerio de Exteriores que la unión de los pueblos marroquí y español no puede pasar por el reconocimiento hacia un golpista que ayudó a regar de sangre y miedo los caminos de España. Mal vamos por este camino de la Memoria Histórica si enviamos a nuestros embajadores a homenajear a personajes como Mohamed el Mizzian, mientras aquí seguimos con paños calientes, y cuesta lo indecible poner en marcha el mínimo gesto de reconocimiento a quienes han permanecido olvidados y condenados al silencio durante decenas de años. Me quedo, pues, con mi sentida vergüenza, pero no con con mi silencio: aquí lo cuento."
Ricardo Fernández



Langreo, durante el 75 aniversario de la IIª Republica