jueves, abril 30, 2020

España y el futuro: La crisis de la Jefatura del Estado.


Dejo de lado la anomalía democrática que por su origen supone la Monarquía en nuestro país.

La figura del Rey, al margen de cualquier responsabilidad y cuyos actos han de ser refrendados, necesariamente por el Gobierno, convierte a la Jefatura del Estado en estéril.  Es un hecho que el Rey no puede actuar políticamente al margen del Gobierno, si así lo hiciera, estaríamos ante un supuesto claramente impugnable por anticonstitucional. Y si sus actuaciones han de desarrollarse según el dictado del Gobierno, el Rey sobra.

En rigor, puede decirse que el Rey ocupa, anulándolo, un espacio esencial del Estado y no nos podemos permitir, nunca y mucho menos en situaciones como la actual, el lujo de carecer de Jefe de Estado. Ese espacio debería ser ocupado por un Jefe del Estado -ante todo, elegido democráticamente-, con poderes efectivos tasados y determinados en la Constitución, que pudiera, en su caso, tomar medidas adecuadas para resolver situaciones críticas cuando la propia supervivencia del Estado y/o sus instituciones estuvieran en cuestión.

La posición que tiene el Rey, constitucionalmente en nuestro país, no es la más adecuada para garantizar ni la cohesión, ni para servir de arbitro entre las instituciones del Estado, ni para resolver ningún supuesto de inquietud constitucional.

Mi juicio, como republicano, es que todas las instituciones, todas, son instrumentales y han de estar al servicio de los ciudadanos, no al contrario. Y  si cualquier institución del estado se demuestra disfuncional, inoperante o nula, debe cambiarse o suprimirse.

Las instituciones no han de ser permanentes, ni han de imponerse a sucesivas generaciones, han de estar siempre y en todo momento, sometidas a los imperativos del bien común, y si éste requiere nuevas instituciones, se han de establecer sin demoras, arrumbando sin demasiadas contemplaciones las antiguas, bien entendido que dicho bien común ha de manifestarse o expresarse inequívocamente de modo democrático.

La República, en la más pura lógica democrática, se muestra como la única alternativa viable ante esta anomalía.

S&R


miércoles, abril 29, 2020

España y el futuro: La Crisis del modelo territorial.



La Transición, ahora santificada como mito fundacional del régimen vigente, se basaba, en frágiles equilibrios, uno de ellos el territorial.

No hubo, prácticamente, debate sobre la configuración territorial del Estado, se hizo caso omiso del modelo implantado en la Constitución de 1931 y se construyó  sin evaluar consecuencias futuras un Estado de las Autonomías, que si bien funciono, mal que bien, durante los años en los que hubo buena situación económica y abundante financiación europea. Ahora resulta, insostenible, no sólo económicamente, sino porque amenaza con la desintegración del Estado.

La secesión se contempla en  comunidades como la catalana o la vasca como posible y probable y ante la ausencia de un proyecto integrador atractivo por parte del Estado consideran que sólo es cuestión de tiempo. Han estado amagando con ello durante muchos años,  de manera que ahora, aunque quisieran y pudieran, no saben dar marcha atrás sin perder apoyos fundamentales.

 En este horizonte, no es exagerado manifestar que en España la secesión de comunidades desarrolladas como la catalana o la vasca o ambas, ocasionaría un desastre económico, político y social. El Estado ha ido paulatinamente debilitándose, cediendo competencias básicas: sanidad, educación, justicia, …,… . Ha perdido competencias sobre instrumentos vitales de cohesión entre los distintos territorios y de desarrollo de la solidaridad social; es decir prestaciones iguales a ciudadanos iguales en derechos y deberes.

El conflicto sobre la deriva secesionista se suele establecer, equivocadamente, en términos de oposición o choque de nacionalismos, se rechaza el nacionalismo catalán o vasco, con el argumento de que sólo hay una Nación española; recientemente hemos visto como a la Cataluña independentista qe no quería formar parte de la charanga y pandereta, se le ha opuesto el la legión, el tricornio y el pasodoble. Cuando los ciudadanos, en sociedades desarrolladas, basan su fidelidad o afección a un Estado en la cobertura que ese Estado pueda dar a la sociedad, en términos de: libertad, seguridad, bienestar, desarrollo democrático, buen gobierno, expectativas de progreso, etc., no en mitos, banderas, himnos o glorias pasadas.

La realidad institucional española no ofrece demasiados atractivos a muchos ciudadanos catalanes o vascos, de manera que la desafección crece, mientras que el proyecto secesionista, que no ha sido combatido eficazmente, se presenta cada vez más pujante y atractivo para los que, no siendo fervorosos nacionalistas, tampoco sienten la llamada de España .

¿Qué atractivo ofrece el Estado español al ciudadano que no “sienten”, emocionalmente, la pertenencia a España?

Resulta claro que el modelo territorial existente, basado en “nacionalidades” ha llegado a su límite: ni es funcional, ni satisface a los nacionalistas; no provee de mecanismos compensatorios que promuevan suficientemente la solidaridad regional; es insostenible económicamente¸ fomenta la corrupción, el caciquismo, el clientelismo, etc.

Hay por consiguiente que cambiarlo mientras se esté a tiempo y ha de  hacerse desde un planteamiento en el que la identificación de comunidad política con Estado se fundamente en un contrato de adhesión y no en sentimientos nacionales.

Este nuevo concepto, sólo puede dar lugar a una República integradora, más allá de los nacionalismos excluyentes e insolidarios.

S&R


martes, abril 28, 2020

España y el futuro: Crisis social.



El alcance de la crisis económica, de complicado y difícil pronóstico, dependerá en buena medida de las medidas que adopte el Gobierno y de la evolución de las circunstancias sanitarias. Estima el banco de inversión Morgan Stanley, que el PIB español registrará una caída este año, debido al parón de la economía, entre el 5,8%, el más favorable, y el 22,6%,el peor, y el 13,5% como el más probable; recesión que otros analistas sitúan en el entorno del 9%, lo que  es indudablemente muy mala noticia para la economía y para la sociedad en su conjunto, haciendo más profunda la crisis social en la que ya estábamos inmersos, cuyas manifestaciones más evidentes son la desafección de la sociedad con respecto a las instituciones, la falta de confianza en su eficacia, la creciente antipatía a la “clase política”, el avance de la corrupción más o menos consentida, la ausencia de valores cívicos, etc.

La creciente desigualdad social, producto de la acumulación en pocas manos de las ganancias obtenidas en los últimos años  de la anterior crisis, fruto de un crecimiento económico desordenado y especulativo, unido a unos enormes recortes del Estado de Bienestar y a una clamorosa ineficacia de los mecanismos de redistribución de la renta, constituye un  elemento potencial de inestabilidad social.

El incremento del paro, la creciente pobreza de muchos conciudadanos, el aumento de la exclusión social y la falta de sensibilidad de las clases privilegiadas, no fomentan la cohesión social. La desatención de la desigualdad social por parte principal partido de la oposición PP, por un lado,  y por otro que la coalición de gobierno PSOE-UP, presuntamente socialista, se embarca, a veces torpemente, en causas polémicas cuyo objetivo parece ser servir de “cortinas de humo” y provocar a la oposición para que muestre su lado más ultramontano, hace que los ciudadanos se desentiendan cada vez más de la vida política, a la par que crece su indignación.

Este malestar se va acumulando, sin que hagan acto de presencia instituciones o movimientos enarbolando la bandera de la regeneración democrática.

Por otra parte, los medios de comunicación, cada vez más sensacionalistas y  mercenarios, convierten lo que debería ser el debate riguroso, la argumentación juiciosa, la opinión fundamentada, en insulto personal, ocurrencia dañina y espectáculo chocarrero, sin otra pretensión que el escándalo inútil.

Cuando se precisa: rigor, seriedad, reflexión, se nos ofrece mediocridad y frivolidad. Se fomenta el espectáculo, eficaz, de simular un verdadero debate político con sarcasmos e insultos cruzados entre los grandes partidos, lo que, diversión aparte, supone hurtar el auténtico debate sobre los verdaderos problemas, imposibilitando o desactivando cualquier otra iniciativa.

La desfiguracion del proyecto socialista por su empobrecimiento ideológico, su deriva caudillista y su ineficaz política populista, deja sitio a un movimiento republicano que le supla con ventaja, para conseguir mayores cotas de democracia y progreso.

S&R



lunes, abril 27, 2020

España y el futuro: La crisis


España penetra en una crisis profunda, de indeterminable  duración, que une a los graves problemas económicos, sociales, políticos, institucionales, etc., ya existentes,  la pandemia del "Coronavirus" y sus efectos sanitarios, dolorosos y trágicos, y sus secuelas: económicas y sociales de dificil prescripción, pero gravísimas.

Los ciudadanos somos conscientes del pantano en que nos encontramos, sabedores que no solo nos adentramos en la fase baja del ciclo económico, con sus consecuencias desagradables y negativas; existe el conocimiento de que el deterioro de la situación social, la degeneración de las instituciones políticas, etc., son fenómenos que van a ir a peor, y cuyos efectos negativos se van a prolongar en el tiempo.

El desconcierto e inoperancia del gobierno a la hora de proponer salidas al actual estado de cosas auguran tiempos muy sombríos de consecuencias imprevisibles, que hacen que nos preguntemos -¿Es posible torcer el rumbo de los acontecimientos?

Intentar  desgranar algunas ideas y razones, ajenas en su mayoría y de mejores cabezas, sobre las principales causas que han conducido a esta situación, puede parecer pretencioso, y sin duda lo es, no obstante me atrevo a escribir estas notas  ya que en mi opinión son escasos los aciertos en las posibles soluciones.

Me centraré, principalmente, en el deterioro del sistema político actual, que no sólo es incapaz de afrontar la gravísima crisis que atravesamos, y en los posibles escenarios que se abren. Punto, este último,  donde más se echa en falta la aportación de un partido o una fuerza política republicana que introduzca la noción de interés común, de comunidad política comprometida en el progreso social, que fije sus miras a largo plazo y no en la inmediatez de unas elecciones.

Confió que las notas que se irán exponiendo durante los próximos días, si no acertadas, sirvan al menos de reflexión y/o controversia en beneficio de la causa de la República.

S&R


viernes, abril 24, 2020

Hacia la República: ¿…?



En la veintena del siglo XXI, encontrándose al país  dentro de una recesión que otra vez el gobierno se negó a reconocer, envuelta en una  crisis del Estado por las pretensiones independentistas y arrinconado a su vez por  una pandemia de la que no sabemos ni el principio, ni el fin, ni cómo gestionarla;  con un gobierno tan incapaz como asustado y a un paso de una depresión mundial que se augura muy superior a la de 1929, ya que frente a  la crisis de hace un  decenio con origen en desajustes de tipo financiero,  la actual se declara por la paralización, obligatoria, de múltiples actividades económicas para batir la pandemia.

Teniendo en cuenta que no hay nadie que sea capaz de determinar la dimensión y el alcance de la crisis económica por la sencilla razón de que se desconoce por completo la duración de la epidemia,  y  si va a tener punto y final o se  trata de una infección sistemática a la que nos tendremos que  acostumbrar,  el impacto en la economía europea y mundial es una auténtica incertidumbre y solo videntes y profesionales del cuento  se atreven a poner un horizonte  al caos que nos angustia.

Ante la ausencia de certezas sobre el estado en que quedará la economía mundial, europea y la española, agrietada por tantas anomalías, aventurar cuándo se restaurara en España la República, es imposible.

La República será una opción esperanzadora de futuro democrático, sobre todo, si es asumida por todos, derechas e izquierdas, como la conclusión unitaria, natural e integradora de la evolución política de España.

El republicanismo en España no puede ser un asunto  de historiadores o estudiosos exclusivamente; ni algo marginal que sirva de refugio a un extremo del arco político; ni mucho menos banderín de enganche de los que se han quedado sin banderas que agitar, manteniendo el secuestro de la República y estimulando el descrédito del  republicanismo.

¿Existirá España?

S&R

jueves, abril 23, 2020

Hacia la República: La Transición


Con la perspectiva que dan los años transcurridos desde la muerte del dictador -1975- y la proclamación “oficial” por parte del gobierno de la crisis constitucional, asistimos incrédulos a la disolución de uno de los Estados más antiguo de Europa. Hay pues que preguntarse:

¿Cómo se ha llegado a esta situación?

¿Cuál será el porvenir de España?


La Monarquía instaurada por Franco, reforzada por la lealtad del Ejercito fiel a las decisiones del dictador,  tuvo por objetivo el establecimiento de una democracia limitada, gobernada y administrada por los grupos de poder tradicionales. Con el fin de ensanchar las bases del nuevo régimen, se pretendía integrar en su seno al socialismo, procurando que no se pusiera en peligro las verdaderas relaciones de poder. En ningún momento se aspiraba iniciar un periodo constituyente, todo lo contrario, para evitarlo nació el proyecto de Reforma Política del  76, que despojaría al “Régimen” del inservible ropaje totalitario, aceptando el sufragio universal y los partidos políticos excepto, eso sí, los republicanos.

En el 77, se convocaron elecciones para constituir el Congreso de los Diputados, no fueron Cortes Constituyentes, las circunstancias obligaron a unas Cortes ordinarias a elaborar una Constitución; la Monarquía se vio obligada a ir más allá y sin guion de Constitución, sin proyecto nacional, con el sólo objetivo de asentar a toda costa la Corona, se fabrico una Constitución que garantizaba los intereses de sus creadores, Monarquía, partidos políticos y nacionalistas. Arbitrándose  unos mecanismos de reforma constitucional  que en la práctica la hacen imposible –que se lo pregunten al actual gobierno-, consumándose de esta manera el reparto patrimonial del Estado.

De esta manera se inicia la tan renombrada Transición, como un improvisado caminar político, a salto de mata, con escaso interés en fortalecer la sociedad civil y un alocado fenómeno autonómico, conviviendo con  una tremenda crisis económica agravada por el terrorismo y la inestabilidad social y política.

El golpe de Estado del 23 de febrero del 81, aviso o pretendida solución al caos en el que por su falta de autenticidad democrática el nuevo régimen político estaba sumiendo a España, probó que los ciudadanos no estaban dispuestos a arriesgarse en defensa del mismo, a diferencia de julio del 36. Resuelto el Golpe de Estado, se priorizó el fortalecer a la Monarquía presentándola como salvadora de la democracia y para ello había que apuntalar el edificio constitucional.

El inteligente y poco valorado Calvo Sotelo, presidente de un gobierno débil, escribió la partitura que se ha bailado desde entonces:
  • Se acotaron y restringieron, lo más posible, las responsabilidades en el intento de golpe de Estado.
  • Se decidió la entrada de España en la OTAN.
  • Se aceleraron las negociaciones para el ingreso en la C.E.E.
Todo ello en menos de un año.

Y llego octubre del 1982, iniciándose la segunda parte de la obra iniciada con la muerte de Franco. Los primeros gobiernos socialistas, que sin perjuicio de las buenas intenciones sucumbieron con rapidez a los halagos del poder, fortalecieron la imagen del Rey como garante de la democracia y permitieron el reagrupamiento en su entorno de los grupos de poder, desvaneciendo cualquier idea de transformación y de progreso, el PSOE había sido asimilado. Se renuncio a la política de progreso por la política de imagen.

Fueron  años de abundancia, la banca, las empresas de construcción y los grupos de comunicación detentaban el poder mientras amasaban grandes fortunas, al tiempo la sociedad, desvertebrada, asistía incrédula y complacida al espectáculo. 

Complacencia que termino en indignación ante la podredumbre de la clase dirigente y llego el turno del PP con propósitos regeneradores de la vida pública que no se cumplieron. Los ciudadanos tras el cesarismo insoportable de José Mª Aznar, presidente del gobierno, optaron por despedir al PP, volviendo el PSOE, Rodriguez Zapatero  formó gobierno con el apoyo de ERC e IU. En 2007 ya nadie negaba la crisis constitucional y comenzó a hablarse de una reforma “limitada”.

Pero las ocurrencias de Zapatero “El Bobo”, un presidente ególatra y flautero que junto a decisiones avanzadas en materia de derechos  civiles y esfuerzos en políticas sociales cerro la Transición dejando a España en la mayor crisis económica del último siglo, crisis que no supo ver, que para su ridículo y la de sus ministros, negó y cuando ya era tarde abordo con medidas erróneas y populistas. Cerro su mandato anteponiendo los intereses del capital internacional  frente a los de su pueblo, para lo que no dudo en modificar la Constitución, dejando a España en el umbral de un periodo constituyente, aplazado por más de diez años.

Periodo constituyente, que necesariamente ha de abrirse, en el que los republicanos debemos expresar nuestras opiniones, haciendo hincapié en aquello que ha sido el hilo conductor de nuestra tradición, los principios revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad.

S&R


miércoles, abril 22, 2020

Hacia la República: Estado Integral



El modelo constitucional ha sido puesto en entredicho por los nacionalistas y ahora toca ver como se ordena la tremenda crisis constitucional abierta.

La Constitución del 78 abordo de forma apresurada la cuestión nacionalista, primando  desde el poder  la construcción del Estado de las Autonomías.  Modelo ambiguo y equivoco que nunca llenara las expectativas de las minorías nacionalistas que gobiernan en Cataluña y País Vasco, y lo que es más grave, en el resto de territorios, se están dedicando grandes esfuerzos para desarrollar originalidades históricas para afirmarse a sí mismas mientras que se olvidan que son órganos del Estado,  al que desacreditan y merman en detrimento de los intereses generales.

Los distintos gobiernos de la Nación han sido complacientes con el fenómeno y han hecho dejación de sus competencias,  que se encontraron desarmados  para ejecutar gran parte de las políticas que interesan al ciudadano: Educación, sanidad, obras publicas, fiscalidad, …, siendo las Comunidades Autónomas las que ostentan el verdadero poder, produciéndose una gigantesca red de intereses clientelares, políticos y económicos,  de una clase política profesionalizada que deja poco espacio para el cambio de modelo.

Este desgarramiento del Estado propiciado por PSOE y PP, tributarios de los nacionalistas, ha puesto a España en una crisis sin precedentes, capaz de hundir a la monarquía a manos de los más beneficiados por la misma, los nacionalistas.

Buscando una salida a este conflicto y dado que los protagonistas se muestran incapaces valdría la pena apelar a la República y su concepción del Estado Integral.

La Segunda República tuvo que diseñar una concepción del Estado que manteniendo los ideales de unidad nacional en democracia,  atendiera las demandas del nacionalismo catalán firmantes del Pacto de San Sebastián. Tres visiones confluían en la discusión sobre el modelo de Estado republicano:
  • La federal defendida por grupos republicanos y nacionalistas. 
  • La jacobina de republicanos históricos y socialistas. 
  • La autonomista de los republicanos no históricos. 
Se opto por un Estado unitario que reconocía el derecho a la autonomía de las regiones, y se le denominó Estado Integral –a propuesta del socialista Jiménez de Asúa-. El derecho de autonomía se reguló con las suficientes cautelas para evitar su proliferación desmedida y para preservar la preeminencia del propio Estado, no dejando abierta ninguna cuestión relativa a facultades de la República o de las futuras regiones autónomas.

Recuperada la República ha de restaurarse la unidad del país, rechazando, desde el mantenimiento de los valores democráticos, la idea de considerar al valor de la unidad como algo propio de sectores rancios y retrógrados; debemos aspirar a ese objetivo, nuestro país no puede seguir enfrascado indefinidamente en la discusión sobre su propio ser. Por ello parece aconsejable rectificar, sin complejos, la deriva hacia esa monarquía confederal auspiciada por nacionalistas, socialistas y progresistas sin apellido. Sería la peor de las soluciones.

S&R  



martes, abril 21, 2020

Hacia la Republica: La Educación



Es claro que la Republica, que ha de venir, ha de abordar la educación desde el único camino posible para construir una sociedad de hombres libres, garantizando el acceso gratuito de todos, con escuelas suficientemente dotadas y respetando el derecho de otras instituciones a sus propios centros, pero garantizando mediante el Servicio de Inspección que no se menoscaben los valores republicanos del conocimiento y la tolerancia.

Nuestro Estado, no ha encontrado su lugar en la educación, salvo durante la fugaz Segunda República en que se construyeron miles de escuelas primarias, se aumento la plantilla de maestros un 30 por 100, se crearon nuevos institutos, se cambiaron los planes educativos y la Universidad gozo de total autonomía y libertad. De La educación, pilar del republicanismo español, se pretendía que llegara el progreso social y el de la nación.

Tributaria de estos principios es la Constitución del 78, pero dejo las competencias de educación en el limbo, ni están entre las del Estado ni en el las de las Comunidades Autónomas. El Estado de la Transición, durante años, a intentado implantar diversos planes educativos en los distintos niveles de enseñanza, con resultados decepcionantes.

Vergonzosamente España figura como uno de los países con menor calidad educativa de la U.E. Estas malas políticas, van directamente en perjuicio de las clases más débiles atacando los principios de igualdad y solidaridad.

En la Republica, que necesariamente llegara, las competencias educativas deberán de corresponder inequívocamente al Estado, abandonando la subsidiaridad actual de las Comunidades Autónomas y las instituciones religiosas. El Estado ha de asumir sus compromisos, con planes de estudios, claros y precisos que se aplicaran homogéneamente a todo el país.


S&R


lunes, abril 20, 2020

Hacia la República: La Justicia




La vida en sociedad es conflicto de intereses que requieren de la administración de justicia por parte del poder público, y es el correcto funcionamiento de los tribunales quien garantiza y mide el grado de libertad de los ciudadanos.

El papel de la administración de justicia es capital en nuestra sociedad, pero precisamente es la materialización y ejecución de ese papel  lo que genera inquietud ya que el funcionamiento eficaz de la justicia, en España, es una cuestión que no termina de resolverse, para descredito de la institución y el propio Estado.

El modelo de justicia del 78 es de resultados mas bien mediocres, nada más deprimente que oír: "La Justicia es un cachondeo", pero no sólo eso, los profesionales confiesan y reconocen la imposibilidad de lograr mejoras dentro del mismo. La dispersión de competencias, las transferencias de funciones a las autonomías y la confrontación partidista dentro del Consejo del Poder Judicial son algunos de los obstáculos insalvables.

Siendo lo anterior cierto, parece lógico que la propuesta republicana para la Justicia pase por agruparlas entorno a los principios de eficacia en la gestión y unidad de acción en el ejercicio de las competencias. Dotando al Presidente del Tribunal Supremo de facultades claras y precisas y devolviendo al Ministerio de Justicia las competencias de carácter administrativo en pésima hora cedidas a las Comunidades Autónomas.

S&R


sábado, abril 18, 2020

Hacia la República: El Sistema Electoral





En la República, el sufragio universal, libre, directo y secreto es la única forma que garantiza el principio de representación. El derecho al voto, como en todo régimen democrático, debe perseguir el objetivo de logar la expresión de la voluntad popular.

En España, tenemos sobre la mesa, al igual que en otras democracias, el debate acerca de los diferentes sistemas electorales, ya que la experiencia de los últimos cuarenta años no es satisfactoria.
En 1978 se pensó que los partidos políticos necesitaban una protección especial, había que infundir confianza a los que estaban dispuestos a dedicarse a la cosa pública, a asociarse y participar activamente en la política.

Con esa finalidad se estableció, de forma transitoria, un sistema que garantizaba la financiación pública de los partidos y reforzaba la autoridad de sus dirigentes, mediante listas cerradas y bloqueadas, para desarrollar la cultura partidista se sacrifico la libertad de los electores. Pero el andamiaje de partidos políticos y sistema electoral  permanece anclado, no hay nada más duradero que lo provisional.

El sistema se ha agostado, la atmosfera endogámica de los partidos se ha hecho irrespirable para los espíritus libres. Por eso la República, que ha de venir,  deberá dotarse de un sistema de listas abiertas, con circunscripciones más reducidas en las que los electores conozcan a sus representantes y en el que para alcanzar el derecho a la prima por representación, los partidos deberán obtener un porcentaje mínimo de votos a nivel nacional, eliminando la “prima” que ahora se otorga a las minorías nacionalistas en perjuicio de  los proyectos estatales.

Todo ello sin perder de vista que no hay fórmulas infalibles, pero siendo conscientes, con la perspectiva que dan los años,  que la persistencia del  actual modelo es una traba a la democracia plena.

S&R










viernes, abril 17, 2020

Hacia la República: El Parlamento



La influencia del Parlamento en la política nacional es muy limitada, si bien la Constitución define al Estado como una monarquía parlamentaria, la realidad es que funciona como un sistema pseudo presidencialista donde Congreso y Senado tienen escasa iniciativa política. Siempre  actúan a remolque del gobierno de turno y dada la complicada y compleja fiscalización del gobierno por parte de las Cortes, puede decirse  Congreso y Senado, están condenados  a la esterilidad.

Buen ejemplo de ello es que en cuarenta años no se ha dado el caso de que un presidente o un ministro haya dimitido por una iniciativa parlamentaria, los medios y los escándalos,  han tenido más suerte. 

El poder omnímodo de las direcciones de los partidos y la existencia de  las candidaturas en listas cerradas y bloqueadas, ha conseguido que el número de casos de diputados o senadores que hayan contravenido la disciplina de partido no llegue ni a la insignificancia.

Que sólo se pueda censurar al gobierno si se presenta un candidato a la jefatura del mismo (moción de censura constructiva) supone acorazar  al poder ejecutivo en perjuicio de la labor del Parlamento. La defensa de la estabilidad de uno de los poderes del Estado, el Gobierno, no puede ir en detrimento de otro, el Parlamento.

El mantenimiento de gobiernos sin el apoyo de la mayoría parlamentaria en base a que esta no puede proponer un candidato a la jefatura del gobierno, y que la jefatura del Estado carece de iniciativa en esta materia, en consonancia a su carácter no democrático, hacen del jefe de gobierno el epicentro del sistema,  convirtiendo al resto de las instituciones del Estado en satélites a su alrededor.

Siendo la influencia del Congreso muy limitada en la política nacional, la del Senado es totalmente irrelevante, sus  escaños son un premio para políticos amortizados.  Es tan ineficaz e irrelevante que todos plantean  su reforma, aunque quizá lo más  acertado sería su desaparición.

La creación de una sola cámara, el Congreso, dotada de autenticas capacidades de fiscalización; la iniciativa parlamentaria; la independencia del diputado; la cesura de la mayoría, sin la obligación de aportar candidato ; los cauces democráticos para que el jefe del Estado nombre al jefe del gobierno. Si se desea fortalecer los usos democráticos y parlamentarios en España, son propuestas sobre los que la República debería reflexionar.

S&R


jueves, abril 16, 2020

Hacia la República: La Jefatura del Estado



La Constitución de 1978, otorgada por el rey a propuesta de las Cortes, sirvió para convalidar la decisión del dictador Franco haciendo posible la existencia de una institución no democrática, la monarquía.
Se dirá, y con verdad, que probablemente era la salida menos complicada, apoyada por las potencias aliadas y los poderes fácticos del país, más que preocupados por el proceso revolucionario portugués.
Al Rey se le asigna el papel de garante de la unidad de España, la independencia del país y la máxima representación exterior, escasas funciones para un Jefe del Estado,  al tiempo se le otorga la irresponsabilidad ante la Justicia, mientras que en democracia se requiere la existencia de un jefe del Estado con facultades y responsabilidades para ejercer su papel  de moderador.
 La jefatura del Estado tiene importantes misiones que cumplir y la práctica de todos estos  años demuestra  que no estamos en condiciones de permitirnos una absolutamente simbólica, carente de eficiencia como la actual.
Parece claro que nuestra evolución política debe encaminarse hacia una Constitución con un Jefe del Estado, elegido democráticamente, que sea elemento insustituible en los momentos de las grandes decisiones sobre la política del país. El Presidente de la República.

S&R

miércoles, abril 15, 2020

Hacia la República


Ayer, 14 de abril del  año del coronavirus, hemos salido a las ventanas y balcones con las cacerolas y la tricolor. Tuvo su encanto, no tanto como otras veces que se iba a las plazas  o  cementerios, bandera al viento, y de remate espicha, no fue posible por el confinamiento, pero tuvo su encanto.

Hoy es 15 de abril y quienes consideramos que las propuestas republicanas tienen la fuerza de la razón y de la historia, no podemos volver a la laxitud y dejar en manos de las minorías nostálgicas  de lo que no puede volver, o de las  que se confunden interesadamente con el republicanismo buscando réditos electorales, al movimiento republicano que se inicia una vez más en nuestra sociedad.

El republicanismo ha permanecido ausente de la realidad política española, por sus propios errores y por los de los viejos aliados, que le volvieron la espalda y  hoy son defensores de la monarquía, pero que reconocen que la estructura constitucional está aquejada de males que oscurecen su futuro. Se impone  cerrar y superar el ciclo de la Transición, dando contenidos a los proyectos de revisión constitucional.

España es un Estado importante de la U.E., y una potencia media en el orden internacional, que merece la presentación  de una formulación republicana a la revisión constitucional adaptada a los nuevos tiempos, lejos de viejos clichés, imponiendo la idea de la nueva República,  que no será ni la I ni la II,  y aprendiendo de las experiencias y errores del pasado la III restaure un proyecto nacional, en el que siguiendo a Azaña todos quepamos y a nadie se le proscriba por sus ideas.

“La República será democrática o no será. De esta manera los republicanos venimos al encuentro del país, no como estériles agitadores, sino como gobernantes; no para subvertir el orden, sino para restaurarlo; no para comprometer el porvenir de la nación, sino como la última reserva de esperanza que le queda a España de verse bien gobernada y administrada, de hacer una política nacional” M. Azaña ( Sep. De 1930)

S&R


martes, abril 14, 2020

Retomando el futuro

Cinco años de dejadez y abandono.
La causa lo merece, seguiremos en la brecha.
S&R