En España, tenemos sobre la mesa, al igual que en otras democracias, el debate acerca de los diferentes sistemas electorales, ya que la experiencia de los últimos cuarenta años no es satisfactoria.
Con esa finalidad se estableció, de forma transitoria, un sistema que garantizaba la financiación pública de los partidos y reforzaba la autoridad de sus dirigentes, mediante listas cerradas y bloqueadas, para desarrollar la cultura partidista se sacrifico la libertad de los electores. Pero el andamiaje de partidos políticos y sistema electoral permanece anclado, no hay nada más duradero que lo provisional.
El sistema se ha agostado, la atmosfera endogámica de los partidos se ha hecho irrespirable para los espíritus libres. Por eso la República, que ha de venir, deberá dotarse de un sistema de listas abiertas, con circunscripciones más reducidas en las que los electores conozcan a sus representantes y en el que para alcanzar el derecho a la prima por representación, los partidos deberán obtener un porcentaje mínimo de votos a nivel nacional, eliminando la “prima” que ahora se otorga a las minorías nacionalistas en perjuicio de los proyectos estatales.
Todo ello sin perder de vista que no hay fórmulas infalibles, pero siendo conscientes, con la perspectiva que dan los años, que la persistencia del actual modelo es una traba a la democracia plena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario