España y el futuro: Crisis social.
El alcance de la crisis económica, de complicado y difícil pronóstico,
dependerá en buena
medida de las medidas que adopte el Gobierno y de la evolución de las
circunstancias sanitarias. Estima el banco de inversión Morgan Stanley, que el
PIB español registrará una caída este año, debido al parón de la economía, entre
el 5,8%, el más favorable, y el 22,6%,el peor, y el 13,5% como el más probable;
recesión que otros analistas sitúan en el entorno del 9%, lo que es indudablemente muy mala noticia para la economía y para la
sociedad en su conjunto, haciendo más profunda la crisis social en la que ya estábamos
inmersos, cuyas manifestaciones más evidentes son la desafección de la sociedad
con respecto a las instituciones, la falta de confianza en su eficacia, la
creciente antipatía a la “clase política”, el avance de la corrupción más o
menos consentida, la ausencia de valores cívicos, etc.
La creciente desigualdad social, producto de la acumulación en pocas
manos de las ganancias obtenidas en los últimos años de la anterior crisis, fruto de un crecimiento
económico desordenado y especulativo, unido a unos enormes recortes del Estado
de Bienestar y a una clamorosa ineficacia de los mecanismos de redistribución
de la renta, constituye un elemento
potencial de inestabilidad social.
El incremento del paro, la creciente pobreza de muchos conciudadanos,
el aumento de la exclusión social y la falta de sensibilidad de las clases
privilegiadas, no fomentan la cohesión social. La desatención de la desigualdad
social por parte principal partido de la oposición PP, por un lado, y por otro que la coalición de gobierno
PSOE-UP, presuntamente socialista, se embarca, a veces torpemente, en causas polémicas
cuyo objetivo parece ser servir de “cortinas de humo” y provocar a la oposición
para que muestre su lado más ultramontano, hace que los ciudadanos se
desentiendan cada vez más de la vida política, a la par que crece su
indignación.
Este malestar se va acumulando, sin que hagan acto de presencia
instituciones o movimientos enarbolando la bandera de la regeneración
democrática.
Por otra parte, los medios de comunicación, cada vez más sensacionalistas
y mercenarios, convierten lo que debería
ser el debate riguroso, la argumentación juiciosa, la opinión fundamentada, en
insulto personal, ocurrencia dañina y espectáculo chocarrero, sin otra pretensión
que el escándalo inútil.
Cuando se precisa: rigor, seriedad, reflexión, se nos ofrece
mediocridad y frivolidad.
Se fomenta el espectáculo,
eficaz, de simular un verdadero debate político con sarcasmos e insultos
cruzados entre los grandes partidos, lo que, diversión aparte, supone hurtar el
auténtico debate sobre los verdaderos problemas, imposibilitando o desactivando
cualquier otra iniciativa.
La desfiguracion del proyecto socialista por su empobrecimiento
ideológico, su deriva caudillista y su ineficaz política populista, deja sitio
a un movimiento republicano que le supla con ventaja, para conseguir mayores
cotas de democracia y progreso.
S&R
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