martes, abril 28, 2020

España y el futuro: Crisis social.



El alcance de la crisis económica, de complicado y difícil pronóstico, dependerá en buena medida de las medidas que adopte el Gobierno y de la evolución de las circunstancias sanitarias. Estima el banco de inversión Morgan Stanley, que el PIB español registrará una caída este año, debido al parón de la economía, entre el 5,8%, el más favorable, y el 22,6%,el peor, y el 13,5% como el más probable; recesión que otros analistas sitúan en el entorno del 9%, lo que  es indudablemente muy mala noticia para la economía y para la sociedad en su conjunto, haciendo más profunda la crisis social en la que ya estábamos inmersos, cuyas manifestaciones más evidentes son la desafección de la sociedad con respecto a las instituciones, la falta de confianza en su eficacia, la creciente antipatía a la “clase política”, el avance de la corrupción más o menos consentida, la ausencia de valores cívicos, etc.

La creciente desigualdad social, producto de la acumulación en pocas manos de las ganancias obtenidas en los últimos años  de la anterior crisis, fruto de un crecimiento económico desordenado y especulativo, unido a unos enormes recortes del Estado de Bienestar y a una clamorosa ineficacia de los mecanismos de redistribución de la renta, constituye un  elemento potencial de inestabilidad social.

El incremento del paro, la creciente pobreza de muchos conciudadanos, el aumento de la exclusión social y la falta de sensibilidad de las clases privilegiadas, no fomentan la cohesión social. La desatención de la desigualdad social por parte principal partido de la oposición PP, por un lado,  y por otro que la coalición de gobierno PSOE-UP, presuntamente socialista, se embarca, a veces torpemente, en causas polémicas cuyo objetivo parece ser servir de “cortinas de humo” y provocar a la oposición para que muestre su lado más ultramontano, hace que los ciudadanos se desentiendan cada vez más de la vida política, a la par que crece su indignación.

Este malestar se va acumulando, sin que hagan acto de presencia instituciones o movimientos enarbolando la bandera de la regeneración democrática.

Por otra parte, los medios de comunicación, cada vez más sensacionalistas y  mercenarios, convierten lo que debería ser el debate riguroso, la argumentación juiciosa, la opinión fundamentada, en insulto personal, ocurrencia dañina y espectáculo chocarrero, sin otra pretensión que el escándalo inútil.

Cuando se precisa: rigor, seriedad, reflexión, se nos ofrece mediocridad y frivolidad. Se fomenta el espectáculo, eficaz, de simular un verdadero debate político con sarcasmos e insultos cruzados entre los grandes partidos, lo que, diversión aparte, supone hurtar el auténtico debate sobre los verdaderos problemas, imposibilitando o desactivando cualquier otra iniciativa.

La desfiguracion del proyecto socialista por su empobrecimiento ideológico, su deriva caudillista y su ineficaz política populista, deja sitio a un movimiento republicano que le supla con ventaja, para conseguir mayores cotas de democracia y progreso.

S&R



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