miércoles, julio 01, 2020

Adiós al “buen tono y el vapor”




El carbón se ha ido convirtiendo, a medida que con el paso del tiempo su utilidad y empleo ha  ido retrocediendo en las actividades industriales, en un compañero de viaje costoso. La última de sus funciones, su empleo en la producción de electricidad, se ha vuelto nociva y sumamente antipática.

La minería del carbón, la más propia y genuina de las que integran el sector minero- industrial, está escribiendo sus últimas páginas en la historia social y económica de Asturias y del mundo rico y desarrollado en general, sin que se tenga en cuenta por sus verdugos, que el carbón tiene una larga historia de servicios a la civilización; la economía experimentó un crecimiento imposible sin la aplicación del carbón  como fuente energética básica.

 La  minería del carbón ha desempeñado un papel fundamental en la historia, sin su desarrollo no se comprenderían los fenómenos  sociales que permiten a la humanidad pasar del mundo  agrario al industrial, con la consiguiente aceleración de la producción, el transporte y  la demografía.

Atrás quedaron los tiempos del “Buen tono y el vapor” y su revolución industrial, sus locomotoras y trasatlánticos de cuatro chimeneas con los sombreros de “chimenea” y puros habanos de los capitanes de la industria, su Gran Guerra primero y la Mundial después; el primer gran paso a la UE, la CECA, al igual que quedan atrás las revoluciones proletarias, las huelgas por los derechos sobre el trabajo de niños y mujeres, denostadas años más tarde por discriminatorias, el triunfo de la social democracia y la sociedad del bienestar.  En junio de 2020 con el pase a la inactividad completa de 7 de las 15 explotaciones carboníferas existentes, todo esto queda atrás, celebrado por “los modernos” como un mal recuerdo.

 Se deja de producir carbón porque las normativas exigidas por el entramado medioambiental dificultan la rentabilidad de la actividad. Pero la gente no respirara un poco mejor; las actividades extractivas del carbón y las eléctricas ligadas a la utilización del carbón son fuentes de energía que producen una parte de la  toxicidad que se emite a la atmósfera, pero de nada sirven si las medidas no se aplican a nivel mundial.

En la actualidad en España, el empleo del carbón para  producir energía ha retrocedido hasta 5%,y bajará hasta el 2% de la electricidad total que necesita el país, nivel claramente prescindible. La energía  eólica ya presenta el 21% de la electricidad total producida en España, diez veces más de que aportará el carbón después de junio y tardará  poco tiempo en alcanzar los niveles de la energía nuclear y  de las centrales de ciclo combinado (gas y petróleo), pero paradójicamente se sigue comprando en el mercado internacional energía eléctrica producida por carbón.

La revolución energética a la que nos conducen, presenta la desaparición del carbón como un importante hito  histórico, pero la desaparición del carbón, parecen no haberlo pesado, creará problemas sociales en un pequeño grupo de territorios en donde el empleo minero tiene un peso importante que no perciben quienes planifican y diseñan el nuevo modelo energético.

De niño, con un bote de callos y unas latas de sardinas hacia una “carrucha” y jugaba a que tenía una mina. Mis nietos no conocerán el calor humano de una cocina de carbón.




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