viernes, enero 04, 2008

“La Constitución de 1978”. Apuntes para unas elecciones (III).

En noviembre de 1975, la muerte del General Franco desencadena la Segunda Restauración Borbónica, cuyo origen y justificación está en la exclusiva voluntad del Dictador,es proclamado Rey de España D. Juan Carlos de Borbón –el breve-.

Fiel a las decisiones adoptadas por el General, la nueva Monarquía inicia un modelo de democracia limitada, manejada por los grupos de poder tradicionales, que veían en la misma la garantía de sus privilegios (políticos, económicos y sociales), el Rey mantuvo al mismo jefe del gobierno de Franco –Arias Navarro-. A pesar de que existían las bases para intentar la puesta en marcha de un Estado democrático, no se tenía la intención de iniciar un periodo constituyente, todo lo contrario, se quería evitar y para ello nace el proyecto de la Reforma Política que sin poner en peligro las verdaderas relaciones de poder, aliviaría al régimen de toda su indumentaria inservible y caduca; se integra al socialismo, que ensancharía las bases del nuevo régimen; se acepta el sufragio universal y los partidos políticos –excepto a los republicanos-. Comienza a andar un nuevo régimen “La Transición”, que después de treinta años nos ha colocado en una crisis de identidad nacional y constitucional, reconocida por todos.

El 14 de junio de 1977, dentro del marco de la Reforma Política, se convocan lecciones al Congreso de los Diputados y al Senado –no a Cortes Constituyentes-, nadie protesto por no poder presentarse a las mismas los partidos republicanos. La UCDE, partido constituido para afianzar la Restauración, obtiene menos del 35% de los votos y es entonces cuando se decide que las nuevas Cortes elaborarán una Constitución.

Improvisar una Constitución no es aconsejable, sin esqueleto ideológico y carentes de un proyecto nacional, los padres de la misma, se limitaron a cimentar a toda costa a la Corona y a garantizar sus particulares posiciones políticas -Monarquía, partidos políticos y nacionalistas-, blindándose mediante unos mecanismos para la reforma constitucional que la hacen prácticamente inviable.

Se fabricó una Constitución que fue aprobada en diciembre de 1978, consumándose el reparto patrimonial del Estado, pero su falta de autenticidad democrática, el escaso interés por fortalecer la sociedad civil y la carencia de un proyecto de Estado hacen que la Transición se perpetúe en el tiempo, como un transito político improvisado y a salto de mata, dejándonos treinta años después con una crisis constitucional abierta, que ya nadie niega, y que se pretende arreglar mediante una reforma limitada, de muy difícil realización dadas sus propias salvaguardias, lo que permite augurar que estamos a las puertas de un nuevo proceso constituyente frente al que debemos expresar nuestras propias opiniones, las de la tradición liberal y progresista, las que mantienen su continuidad desde las Cortes de Cádiz inspiradas en los principios de libertad, igualdad, fraternidad.



SyR

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