jueves, julio 19, 2007

Jaque a Martínez Barrio, mate a la República.

Hace hoy 71 años que finalizaba políticamente la IIª República, y lejos y archivadas ya las celebraciones de los aniversarios “redondos”, tan interesadas como hipócritas, parece oportuno que recordemos aspectos, sin duda parciales, silenciados y ocultos por los que ganaron y perdieron la guerra, otros los más perdimos la República, en tan nefasta fecha.

La insurrección, proyectada para la mañana del 18 de julio, comenzó en realidad el 17 en Marruecos, con el tiro a bocajarro al general Romerales y demás jefes y oficiales que declaraban su lealtad al Gobierno o que se mostraron remisos y dubitativos. A nadie pilló de improviso lo que ocurría en tierras del Protectorado, el Gobierno esperaba la insurrección y había tomado medidas -creyó que la proyectada rebelión sería aplastada- por eso sorprende que se hundiera la misma tarde del golpe.

¿Qué Gobierno era ese, incapaz de resistir el golpe y aplastarlo? La realidad es que no fue sólo la rebelión la se llevó por delante al Gobierno presidido por Casares, aquella puso en marcha un movimiento de resistencia obrera y la suma de ambas presiones, dejo sin gobierno a la República durante unas horas decisivas. Azaña que entendió la situación desde el primer momento, encargó a Diego Martínez Barrio formar un nuevo Gobierno ampliado a liberales y socialistas; en la noche del 18,lo intentó, aceptando Sánchez Román, pero Prieto, tras consultar con su partido, el PSOE, se negó una vez mas, a pesar de las circunstancias dramáticas, a entrar en gobierno, la estrategia de Largo Caballero se impuso, había que esperar a que los republicanos se hundieran para ocupar los socialistas en solitario todo el poder, esta estrategia suicida la basaba el dirigente obrero en que bastaba una huelga general para derrotar a los militares sublevados, ¿Ilusión o irresponsabilidad?.

Los socialistas ya se habían negado a incorporarse a un Gobierno de coalición el 11 de mayo, con la esperanza de que los republicanos, al cabo de unos meses, no tendrían más remedio que franquear la puerta y poner en sus manos todo el poder, dejando al Gobierno sin bases sólidas sobre las que apoyarse. Y fue contra ese Gobierno débil, formado exclusivamente por republicanos de centro-izquierda contra el que pusieron en marcha su proyectada conspiración los militares.

A pesar de todo, Martínez Barrio habla con algunos jefes de las divisiones orgánicas y con el general Mola, que le responde -"Es tarde, muy tarde...", A esas alturas, los rebeldes habían cometido tales desmanes que les cerraba cualquier posibilidad de marcha atrás, no obstante sigue adelante, los generales Patxot y Campins desisten de su idea de sublevarse y a primeras horas de la mañana del día 19 ha logrado formar un Gobierno a base de los tres partidos republicanos -Izquierda Republicana, Unión Republicana y Partido Nacional Republicano-, pero tiene las horas contadas,. Rápidamente se hace correr la voz de que Martínez Barrio negocia una paz con los generales rebeldes, una gran manifestación convocada por socialistas, anarquistas y comunistas desde primeras horas de la mañana del domingo exige armas, gritando "¡abajo el Gobierno!", el recién nombrado presidente dimite.

Azaña convoca a los dirigentes de los partidos y sindicatos con objeto de resolver la crisis, Largo Caballero rechaza nuevamente la participación socialista y sólo da su aprobación a un Gobierno formado exclusivamente por republicanos bajo la condición de que proceda a repartir armas a los sindicatos, José Giral acepta la tremenda responsabilidad, se arma al pueblo contra los generales rebeldes, sobre estas armas edifican los sindicatos el nuevo poder obrero y campesino.
Será un poder que aplasta la rebelión donde los militares se han encerrado en sus cuarteles, pero que resulta inútil donde se han adelantado y establecido un férreo y despiadado control. Será también un poder que anula el del Gobierno de la República.

Sobre las ruinas del Estado republicano, la revolución triunfante organiza la defensa contra el agresor pero también la represión del “enemigo”, los múltiples comités sindicales destruyen por el fuego el viejo mundo, se queman archivos, se incendian iglesias, se da muerte a quienes se han señalado como enemigos de la clase obrera y de la revolución, se abole el dinero, se incautan empresas, se patrullan las calles,... Más que un triunfo de la resistencia popular, el aborto del Gobierno de Martínez Barrio fue el anuncio de una larga guerra civil.

No es posible, hoy, dudar que el Gobierno de Martínez Barrio murió a manos de los socialistas de Largo Caballero, con su radicalismo improcedente y con él la única esperanza de salvar la República; el carácter moderado de Martínez Barrio indignaba a las izquierdas que no tenían ninguna duda que no les entregaría las armas, para ellos era el Gobierno de la capitulación. De haberse consolidado nadie sabe lo que habría sucedido, la paz no parecía posible, pero es indudable que no estaba descaminado en sus gestiones como lo demuestran los hechos: la pasividad de Mola durante las 24 horas que se estuvo hablando del posible Gobierno de Martínez Barrio, la actitud de Aranda en Oviedo –sólo se sublevó después de conocer el fracaso del mismo-, el cambio de bando del general Patxot, que después de haber proclamado el estado de guerra en Málaga, metió las tropas en los cuarteles al saber que se le había encargado formar Gobierno.

Como tampoco es posible dudar de las intenciones de los que vinieron detrás de él: “El pueblo no lucha por la España del 16 de julio.” Largo Caballero, Claridad de 22 de agosto de 1936.

Langreo, a 19 de julio de 2007 con nuestro reconocimiento a Vergniaud, hombre libre y de buenas costumbres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Juliano, como siempre muy acertado. Ayer miércoles tuve la ocasión de hablar, en Televisión Local de Gijón, y aclarar algunas cosas, de otra víctima del cúmulo de errores que llevaron al golpe del 36, Melquíades Álvarez. Otro patriota, republicano de pro, liberal, asesinado en los primeros momentos del golpe pero que si hubiese estado del otro lado seguramente hubiese corrido parecida suerte.
Ahora que tanto se habla de recuperar la memoria histórica extraña tanta amnesia que únicamente trata de recuperar perqueñas y partidarias porciones de una memoria casi perdida y sin que realmente parezca existir mucho interés en que las cosas se cuenten tal como fueron.

Un triple abrazo, hermano.

Anónimo dijo...

Buenos días, Juliano, mon frére:
Me ha gustado mucho tu artículo y he aprendido cosas que no sabía. Muchas gracias.
Pablo Neruda