Ocurre cada año por estas fechas, se han vuelto a escuchar las voces de reconocimiento, aplauso, petición de reforma, mantenimiento inmutable, etc., etc., de la Constitución, sólo, de cuando en cuando, cambian los personajes del discurso, este año el lehendakari socialista se sumó a los actos ¡Felicitémonos!. No queremos aguarle la fiesta, pero es el mismo que hasta hace cuatro días proponía modificar aspectos sustanciales de la misma, "Porque había que conseguir que el nacionalismo vasco se sintiera integrado en ella", ahora canta sus bondades. El inconmensurable Bono, presidente de las Cortes dijo lo obvio, que la Constitución es flexible, pero que hay que respetar las reglas del juego y el árbitro.
Padres e hijos de la patria institucional y constitucional hacen cálculos y reparten culpas entre sonrisas y abrazos como cada 6 de diciembre. Y en estas estamos, como dice Rosa Díez, mientras se desvertebra la Nación y desmorona el Estado, instrumento de garantía de la igualdad de todos los ciudadanos.
La situación tiene difícil arreglo, no basta con maquillaje, los cambios necesarios pasan por profundas reformas constitucinales y de una nueva Ley Electoral. Hay que, definir con claridad cuales son las competencias indelegables del Estado, la descentralización debe servir para acercar las instituciones a los ciudadanos y para garantizar una mejor administración y una mayor calidad de vida, no para crear contrapoderes “autonómicos” que conviertan a España en un país inviable, que imposibiliten que el Estado cumpla con su obligación de garantizar la justicia, la igualdad y la libertad del conjunto de los ciudadanos.
Nosotros seguimos diciendo que la única manera de defender la Constitución, sus artículos fundamentales, aquellos que no son negociables en ninguna democracia del mundo, es revisarla sin miedo. Sólo necesitamos el suficiente número de ciudadanos para liderar ese cambio y el 34 aniversario de la Constitución coincidirá con unas Cortes Constituyentes.
S&R
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