sábado, mayo 09, 2009

Hacia una República federal (II)

”No se puede ser republicano sin proclamar la necesidad del federalismo”

Ante esta afirmación tan rotunda, decíamos en nuestra entrada del 16 de noviembre pasado, que una de las calamidades más graves que se pueden plantear entre los republicanos es volver a la contienda entre unitarios y federales, en ese animo trasladamos una carta de D. Manuel Azaña a su amigo y correligionario Augusto Barcia:

Carta de Manuel Azaña a Augusto Barcia
La Prasle, Collonges-sous-Salève, 22 de abril de 1939


Excelentísimo señor don Augusto Barcia

Querido amigo:

Acabo de recibir su carta y la copia del proyecto de mensaje que, en nombre de los refugiados españoles, se proponen dirigir al Jefe del Gobierno francés algunas personalidades de la República.

Leído el documento, lamento tener que rehusar mi firma.
En ese documento se habla de republicanos españoles, catalanes y vascos; la asociación que lo patrocina aparece dividida en tres secciones: española, catalana y vasca; hay, además, otros detalles de nomenclatura, que corroboran esa posición, con la que soy y he sido siempre absolutamente incompatible.
Ni mi pensamiento personal, tantas veces publicado, incluso antes del advenimiento de la República, ni mi historia política, ni las funciones que he desempeñado me consienten admitir que se contraponga o se diferencie lo español de lo catalán o de lo vasco. Contra esa corriente de los nacionalismos locales exasperados durante la guerra y a causa de ella, he protestado en tiempo y sazón oportunos, pública y privadamente, y he hecho cuanto estaba a mi alcance para detenerla. Poner mi firma en tal documento equivaldría, entre otras cosas, a la aprobación, a la consagración póstuma de lo que, a mi falible juicio, representa uno de los mayores dislates que ha padecido la República en el curso de la contienda y de los que más han contribuido (con otros que están a la vista) a que la perdamos.

Me importa consignar, en obsequio a usted, ciertas salvedades. No me entrometo a juzgar la utilidad del mensaje. Eso queda a la apreciación de sus firmantes. Respeto igualmente el criterio de quienes no obstante mi objeción fundamental, lo firmen. No tengo derecho a otra cosa, y de tenerlo, tampoco lo usaría.
Así, pues, lo que va dicho, no se dirige a explicar a los demás por qué no deben firmar, sino por qué no firmo yo.
En fin, nada de esto encubre el propósito de sugerir una modificación del texto del mensaje, más acorde con mi criterio. Aunque tal modificación pudiera y quisiera hacerse tampoco firmaría. Para ello tengo razones muy delicadas de decir, por lo mismo que no consisten en una diferencia de puntos de vista sobre una cuestión política. De seguro usted las adivina. El 5 de febrero (fecha de mi salida de España) y de un modo más oficial,
aunque no más profundo, el 27 de aquel mes (fecha en que dimití), marca una bifurcación decisiva que, por el momento al menos, no tiene otra expresión que mi apartamiento de toda gestión política.
Si usted se marchase de Francia antes de que el mensaje se envíe o se publique, le agradecería mucho que dejase
enterado de mi negativa a quien le suceda en esa comisión; no vayan a hacer cuentas con una aquiescencia realmente imposible.
De no alcanzarle otra carta mía, reciba desde ahora mi afectuosa despedida y mis votos por un viaje feliz y próspera estancia en América. Le envía un abrazo.


MANUEL AZAÑA



Sin duda ser federal dista mucho de los ideales del nacionalismo excluyente.



S&R



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