jueves, abril 12, 2007

Aguardando a la República

La Primera, llegó sin pensarlo, en medio de una profunda crisis económica, a un país sojuzgado por la intransigencia del trono y del altar. No le resultó difícil a Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque imponer la restauración borbónica.

La Segunda, tan deseada, llego tarde, a diferencia de la Primera no fue una República sin republicanos; aquel 14 de abril, el número de republicanos era considerable, había mártires, ideas y proyectos políticos, pero a pesar de que una gran parte de las clases medias y de los obreros la apoyaron, algunos de sus padrinos sólo veían en ella una etapa para alcanzar otras metas –la sociedad sin clases, el comunismo libertario, la dictadura del proletariado, ..., ...-

La República que salió de las urnas en 1931, planteo y alcanzo logros sin precedentes en España pese a la oposición de las clases dirigentes, de la jerarquía católica y de la constante conspiración militar:

  • Libertad política y de expresión sin semejanza.
  • Separación de la Iglesia del Estado.
  • Reconocimiento de la diversidad cultural -autonomía de Cataluña-.
  • Nuevas leyes sociales pactadas con los sindicatos.
  • Inicio de la reforma agraria.
  • Voto a la mujer.
  • El divorcio, frente a la desigualdad sexista.
  • 7.000 nuevas escuelas públicas.
  • Nuevo sistema sanitario.
  • Mejora de las prisiones.
  • Reforma fiscal inspirada en la responsabilidad de todos.
  • Obras públicas basadas en la necesidad social.

No sabemos explicar esta etapa, ni los valores y salidas propuestas por el régimen republicano en medio de una crisis mundial, carente de créditos e inversiones, ni tampoco ponemos en su sitio a aquellos que reducen los ocho años de República a la Guerra Civil, al Bienio Negro y/o la Revolución del 34.

Fue aquella una República cuyos valores emanaban directamente de los principios, libertad, igualdad y fraternidad, los mismos que deberá de tener la República que pretendemos y buscamos, los mismos que hemos de publicitar, cuyo carácter irremediablemente cívico y laico no admita como excusa para la ausencia de una frontera, impermeable y precisa, entre la esfera de lo público y lo privado, el necesario equilibrio entre una y otra, si queremos que sea una República de contenidos y no soltar la voz con meras nostalgias.


Langreo, en las vísperas del 76 aniversario de la IIª República.

Nota.- Estas breves reflexiones, para un día tan señalado, están inspiradas en el artículo de D. José Antonio Vidal Castaño, publicado en el nº 63 de Cuadernos Republicanos.

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