lunes, diciembre 04, 2006

Día de la Constitución, 9 de diciembre.

Se acerca el día 6 –Santa Constitución- una fiesta más de este diciembre católico en la “laica” España como dicen, integristas inteligentes y mentecatos de la “izquierda plural”. ¿Que difícil nos resulta a los hombres libres ponerle nombre a nuestras fiestas? ¡Santa Hunosa!, a una conquista laboral le tuvieron que poner nombre de santa.

Pero no es este el tema da hoy, confió en fecha próxima, con la complicidad de un amigo, administrarme un calmante a tan dolorosa herida.

Gobiernos central y autonómicos, corporaciones municipales corruptas, semicorruptas y honradas –la mayoría- y el Rey que nunca la juró o prometió –él juro otra cosa-, preparan los discursos, besamanos y refrigerios. Ya veo y leo a nuestros nunca bien pagados “padres de la constitución” deshacerse en mutuos elogios y reventar, como cebones, de orgullo por la labor bien hecha; sorprende de algunos, que transcurrido el tiempo y dada su calidad intelectual, que sin duda la tienen, no reconozcan que se trata de una “Carta Otorgada” que resultó oportuna, necesaria y razonablemente buena para el tiempo y circunstancias históricas en que se elaboró, pero no tan distinta o diferente, salvando el tiempo, a la de Bayona de 1808, que se inciaba:

En el nombre de Dios Todopoderoso: Don José Napoleón, por la gracia de Dios, Rey de las Españas y de las Indias:

Habiendo oído a la Junta nacional, congregada en Bayona de orden de nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón, Emperador de los franceses y Rey de Italia, protector de la Confederación del Rhin, etc.

Hemos decretado y decretamos la presente Constitución, para que se guarde como ley fundamental de nuestros Estados y como base del pacto que une a nuestros pueblos con Nos, y a Nos con nuestros pueblos.


Constitución que pese a quien pese existió, al igual que existe la actual de D. Juan Carlos, y que fue barrida de la historia por la de 1812 “Constitución de Cádiz” ya que esta emanaba de la voluntad popular, y no era el encargo de un emperador, un rey o un Consejo General del Movimiento.

No sorprende que Gobiernos central y autonómicos, corporaciones municipales y el Rey no quieran recordar ni celebrar –haríamos la semana completa- la aprobada el 9 de este mismo mes, en el año 1931, vigente –en el exilio- hasta 1977; en la que España es definida –se hecha en falta en la actual- como “una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia”; hacía compatible la unidad del Estado y la autonomía de los municipios y regiones –el primer proyecto de Estatuto Vasco apoyado por carlistas y nacionalistas, fue rechazado por sobrepasar los limites constitucionales, el nuevo se aprueba el 6 de octubre de 1936, el catalán se aprobó en 1932; España renunciaba al uso de la guerra como instrumento político; establecía el sufragio universal para hombres y mujeres por primera vez; suprimía todo privilegio de clase social y de riqueza, lo que equivalía a anular la nobleza como entidad jurídica; apuntaba la posibilidad de socialización de la propiedad y de los principales servicios públicos; etc., etc.

Constitución que incorporó o reafirmó como elementos esenciales del ordenamiento jurídico español:

• El principio de igualdad de los españoles ante la ley.
• El principio de laicidad, más allá de la mera separación de la iglesia y el Estado, eliminado la religión de la vida política.
• El principio de elección y amovilidad de todos los cargos públicos, incluido el Jefe del Estado.

Como tampoco sorprende, que en este año, 75 aniversario de la IIª República unos y otros –salvo excepciones silenciadas o arrinconadas- lo hayan convertido en el del 70 aniversario del Frente Popular y/o de la Guerra Civil, solo comprensible cuando la historia se convierte arma arrojadiza para justificar vergüenzas. La relectura del pasado hecha recientemente por los unos y los otros es, por supuesto, antirrepublicana.

Ahora bien, es comprensible esta posición por quienes pretenden la rehabilitación del franquismo que suelen invocar el liberalismo, la democracia, pero sólo para justificar la dictadura como dique anticomunista, como régimen que facilitó el desarrollo económico, como sistema que procuró el bienestar, una España atrasada se achaca a la época republicana y a las consecuencias de la Guerra Civil.

Pero si la II República se presenta como lo hacen socialistas y comunistas sólo como un período convulso y violento en el que no fue posible la democracia, entonces, como razona con gran acierto Justo Serna -http://blogs.epi.es/jserna/2006/11/13/historiadores-de-pacotilla/-:

“… la República no era un sistema democrático, los republicanos sólo eran unos totalitarios filobolcheviques. Con ello, el franquismo se redime políticamente”.
“Si las innovaciones y empeños sociales y políticos de aquel régimen no fueron los de una democracia, si la izquierda actual invoca aquel referente como lejana inspiración reformista, entonces… los socialistas de ahora sólo son unos totalitarios, una reedición de la tiranía”.

No silenciemos la Constitución de 1931

¡Viva España con honra! ¡Viva la República!

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